viernes, 30 de julio de 2010

Budín de manzanas integral

Al salir del horno, los bizcochuelos ponen cara de abuela.

Oche Califa. Para escuchar a la tortuga que sueña



Hablando por teléfono con Bambú de pronto me asaltó la necesidad de algo dulce. ¿A quién no le ha pasado? Empecé a abrir y cerrar las puertitas de mi alacena pero no había ni un mísero paquete de galletitas. Sólo galletas de arroz y yo estaba hambrienta (desde que el Hombre light comenzó su dieta hipocalórica ya no hay galletas normales en esta casa). "¿Estás cocinando algo?", me preguntó Bambú. "Aún no", le respondí, "pero estoy pensando seriamente en hacerme un budín de harina integral". Ella se rió muy fuerte y me dijo: ¡Muy bien! ¡Adelante!

De modo que este budín surgió de lo que había en mi alacena y en mi heladera. Y resultó ser tan exquisito que quise compartirlo con ustedes y con Bambú que siguió los pasos desde el teléfono mientras escuchaba como batía, revolvía, pelaba, rallaba, etc. Se los dejo para que lo hagan este fin de semana así después nos cuentan.

Ingredientes:

200 gr de harina integral
2 cucharaditas de polvo de hornear
10 sobrecitos de stevia
2 huevos
2 cucharadas de aceite de girasol
3 cucharadas de crema de leche (yo usé la 0% grasa de Cormillot para probarla pero ustedes pueden usar la que quieran o, en su defecto, utilizar leche. Les recuerdo que necesitamos algo lácteo para que el polvo de hornear se active)
1 cucharada de esencia de vainilla
2 manzanas rojas peladas y ralladas (con su jugo)
2 cucharadas de mermelada de zapallo (era la que había y me pareció que combinaba bien con las manzanas)
un puñado de pasas de uva (opcional)

En un bowl batí los dos huevos junto con el aceite de girasol, la esencia de vainilla, la crema y los 10 sobrecitos de stevia. Luego le agregué la harina integral junto con el polvo de hornear, la manzana rallada y la mermelada de zapallo. Mezclé bien y por último le agregué las pasas de uva. Coloqué la preparación en un molde de budín y luego de 40 minutos en horno moderado salió esto:

El sabor resultó ser increíble. Las manzanas impregnaron la masa dejándola húmeda y super esponjosa. Miren cómo quedó por dentro.


¡Imagínense si hubiera tenido peras! Mmmh. Anímense a probar con frutas. Las verduras como las zanahorias y el zapallo también pueden servir. ¡Son geniales para endulzar masas!

jueves, 29 de julio de 2010

Tarta de mijo y crema de choclo


Algunos libros de recetas macrobióticas nos enseñan cómo hacer una tarta con una base de mijo en lugar de usar la típica masa de harina refinada o integral. Se sabe que siempre es preferible comer cereales integrales (léase: el grano íntegro) a comer harinas (el cereal molido). El mijo, en este caso, es un cereal de propiedades increíbles. Es el único que beneficia al páncreas y al bazo y su digestión es tan fácil que no causa ningún tipo de malestar al estómago ni a los intestinos. Es de muy fácil cocción y no lleva tanto tiempo como el arroz integral.

Para ello ponemos a hervir 3 tazas de agua por una taza de mijo. Cuando el agua rompe el hervor se le agrega la taza de mijo y se lo deja a fuego bajo por unos 20 o 25 minutos. Al agua se la puede condimentar con alguna verdura para realzar el sabor del cereal o simplemente cocinarlo solo. Yo ya tenía mijo cocido del mediodía con un agregado de calazaba, puerros y champignones (¡vino Bambú a comer!) y me pareció que podía servir.

Una vez que tenemos el mijo cocido éste será la base de nuestra tarta. Lo colocamos en un molde de tarta formando una base de 2 cm de espesor.

Para la crema de choclos salteamos una cebolla grande en la sartén y luego le agregamos los granos de choclo de una buena mazorca comprada en la verdulería previamente triturados con la minipymer. Esto hará que la preparación tenga una textura cremosa. A esto le agregamos un huevo de modo que la crema de choclos cuaje en el horno. Si andan con poco tiempo y no fueron a la verudulería le pueden agregar granos de choclo en lata (siempre hay alguna lata dando vueltas en la alacena). Si andan cuidando su colesterol y no quieren utilizar aceite en la cocción pueden "saltear" la cebolla con agua. Pero esto se lo preguntan al Hombre light. Si no quieren ponerle un huevo porque tienen algo con los huevos no pasa nada, quedará rico igual sólo que no cuajará y se desarmará un poco al servir.

Una vez que tenemos la crema de choclos la colocamos encima de la base de mijo que ya teníamos preparada. Todo eso va al horno moderado por unos diez minutos. Yo hice trampa y le puse unas fetas de queso por salut que se derritieron dándole a mi mini tarta un aspecto re copado pero ¡para nada macrobiótico!

Voilà!


miércoles, 28 de julio de 2010

Resultados

La torta fue un éxito. ¡No quedaron ni las miguitas! Pudimos apreciar su textura húmeda y comprobar que los arándanos y las frutillas perfumaron la masa dándole un dulzor sutil e interesante.
Como somos muy inquietas ya se nos ocurrieron algunas variantes que se pueden hacer si queremos lograr un efecto distinto.
Puede usarse harina blanca (aunque ya nos alejaríamos bastante de la macrobiótica) y crema de leche en lugar del mentado yogur descremado, (¡oh dulce pecado!). Bambú sugirió hacerlo con yogur de leche de cabra pero ya me parece demasiado. Bambú, querida... ¿de dónde sacamos una cabra? Pero como sea, es sumamente importante que haya huevos siempre y de no equivocarse con la dosis del polvo de hornear (la próxima vez si usamos harina integral habrá que agregarle un poco más, puesto que es una harina más pesada y levanta menos que la refinada).
También nos queda probar como queda la torta con levadura (la receta original decía que llevaba levadura en vez del polvo de hornear) pero no quisimos arriesgarnos para el cumpleaños de 60 de mi madre. Ya bastante revolución con que la torta no contenía ni un granito de azúcar, ¿no? Además, como decía la abuela de Ushka (me lo dijo hoy por teléfono y yo les anoto aquí el dato): para repostería siempre es mejor el polvo de hornear pero para panadería es mejor la levadura.

Lo más importante de todo: mi mamá estaba contenta.
¡Glup!

martes, 27 de julio de 2010

Feliz Cumpleaños

¡Lo prometido es deuda! Luego de mi racconto sobre la aventura de emprender una torta sin azúcar les paso la receta que me salió.

Ingredientes para nuestra super sugarfree blueberry cake (que no es lo mismo que decir supercalifragilisticuespialidoso y quedar como una Mary Poppins sin su deshollinador)

3 huevos de buena calidad
13 sobrecitos de stevia
1 pote de yogur natural descremado (atenti con este pote que será la medida de todo)
1/2 pote de aceite de girasol
3 potes de harina integral
1 cdta 1/2 de polvo royal
1/2 pote de mermelada de frutos rojos (yo usé la Masseube que es deliciosa)
1 taza de arándanos y frutillas frescas


Batir tres huevos junto con la stevia hasta que "levante" (no crean que levanta mucho pero qué quieren... ¡sin azúcar!). Agregar al batido el aceite, el pote natural de yogur descremado y seguir batiendo con fé. En otro bowl mezclar la harina integral con el polvo para hornear.


Agregar la harina al batido intentando no aplastarlo mucho con movimientos envolventes. A la mezcla incorporar la mermelada de modo que quede una masa marmolada.




Por último se le agregan los arándanos y las frutillas (las pueden macerar con un poquito de azúcar integral si no quieren super estrictos).



Y se ruega que nuestro poderoso menjunge no se baje en el horno y crezca en los próximos 40 minutos a fuego moderado.
Voilà!

lunes, 26 de julio de 2010

Acercamiento a mi primer torta sin azúcar

La idea de cocinar una torta rica y sin azúcar surgió en el marco del cumpleaños de 60 de mi madre. Siendo diabética desde los 13, era lógico que nunca cocinara tortas dulces. De hecho, todo lo que tuviera relación con la repostería fue un gran misterio para mí hasta que fui grande y quise aprender. La primer torta que hice en mi vida fue un lemon pie para mi novio de ese momento (que por las vueltas de la vida hoy es mi compañero actual). No tuve tampoco abuelas que cocinaran tortas o masitas dulces. Todo lo dulce se compraba en la panadería o confitería. Porque aunque mi madre fuera diabética y no cocinara tortas, el azúcar en mi casa era algo muy natural. Lo no natural era que mi madre no la asimilara al no producir insulina. No voy a explayarme aquí en cómo se produce la maravilla de la asimilación de la glucosa gracias al páncreas nuestro de cada día que todos deberíamos agradecer. No al menos hoy. Tampoco voy a explayarme en el efecto psicológico que se produce en aquel o aquella que durante años asiste a reuniones de cumpleaños, familiares y amigos y queda totalmente exlcuido de la posibilidad de comer lo que se está compartiendo en dicha reunión. Son dos cosas que dejaré para más adelante. Lo que sí voy a hacer hoy es relatarles mi aventura con mi primer torta sin azúcar. Y lo voy a hacer porque no es fácil que un producto así quede rico, diferente y atractivo.

Todo aquel que alguna vez se aventuró en la práctica de hacer tortas sabe que un bizcochuelo es a base de harina, huevos y azúcar. No se necesita mucho más. El azúcar es un ingrediente que no se discute. Entonces, ¿cómo hacer un bizcochuelo sin ázucar? ¿Cómo hacer que una masa así eleve? ¿Es muy importante el azúcar para ello? Consultando un poco las fuente más básicas fui al primer libro de cocina que me regalaron cuando me fui de la casa de mis padres allá lejos y hace tiempo: Blanca Cotta, Técnicas básicas y Recetas básicas. Allí, consultando la sección de dulces descubrí que lo más importante en un bizcochuelo es que los huevos sean bien frescos y que la harina sea común y esté tamizada. ¡Sí, hombres y mujeres de esta tierra! ¡El bizcochuelo común no necesita de ningún leudante o agregado químico para crecer! Y lo que es más ¡no necesita de materia grasa! El secreto está en el arte de saber batir los huevos con el azúcar y luego ir agregando de manera envolvente el harina para no aplastar la masa.

El sábado pasado la situación era la siguiente. Quería probarme a mí misma que podía hacer una torta sin azúcar rica y apetitosa antes del cumpleaños de 60 de mi madre. Una torta que todos quisieran comer, no sólo mi mamá. Una torta que fuera para compartir, no una torta que excluyera. Así que pusimos manos a la obra y elaboramos algo con los ingredientes que teníamos en la heladera. Hubo que inventar porque a falta de ingredientes sobraba imaginación. Había harina leudante y sólo un huevo (mal ahí). Tenía stevia (un endulzante natural sacado de una planta), un yogur descremado con frutos rojos y ¡frutillas! Algo bueno podía salir de eso. Con mucho desorden (recuerden, hice muy poco bizcochuelos en mi vida) pusimos todo en un bowl y batimos por un buen rato. Al batido le agregamos frutillas endulzadas con la stevia y mermelada de frambuesas sin azúcar. Eso fue al horno por unos cuarenta minutos y salió una torta no muy alta pero bastante respetable de aspecto. Como temíamos habernos equivocado con la proporción de la stevia la cortamos al medio y la rellenamos con más frutillas frescas y una mezcla de mendicrim descremado y mermelada de frambuesas.

No voy a darles los detalles de la receta ahora porque faltan mejorar algunas proporciones. Pero estamos en camino de conseguir un buen producto. Al menos para el día final que es mañana. La torta del sábado aunque contenía sólo un huevo fue devorada por todos los comensales (que eran varios). No quedó nada. Así que algo de todo eso tuvo que haber salido bien.

domingo, 25 de julio de 2010

¡Bienvenidos!

¿De qué se trata alimentarse bien? ¿Por dónde pasa la nutrición? ¿Por qué algunas personas son más resistentes que otras a determinados alimentos? ¿Es una dieta algo fijo o varía según las personas, los lugares, el tiempo?
Soy hija de madre diabética insulinodependiente. Eso, seguramente, influyó mucho en mi búsqueda por la alimentación adecuada. Cuando era chica, en mi casa, la Coca Cola era un brebaje reservado en la heladera con el cual mi madre solía subir su glucemia si sufría de una hipoglucemia.
Nunca me hice vegetariana aunque alguna vez fantasié con hacerlo. Recuerdo una época (yo debía tener 21 años) en que la carne me daba mucho asco pero eso se me pasó rápidamente.
Creo que cada cuerpo es un mundo y cada cual debe aprender a conocerse.
Todos tenemos derecho a elegir según nuestra fortaleza y debilidad. Por eso no creo en dietas fijas o regímenes estrictos. Creo en la diversidad. Un buen plato de comida debe saborearse con todos los sentidos: debe verse bien, oler sabroso y tener rico gusto.
No me gustan los extremismos de ningún tipo pero sé que algunos alimentos son muy dañinos para la salud y trato de evitarlos. Es el caso de los lácteos, el azúcar y las harinas blancas refinadas. Más adelante me gustaría poder explayarme un poco sobre esto basándome en bibliografía que he estado leyendo.
Abro este blog porque considero que puede ser un espacio interesante donde poder escribir sobre mis experiencias en este camino de la nutrición. No es un camino fácil, está plagado de escollos y muchas veces nos pone en un brete cuando queremos insertarnos en la vida social. Me interesa compartir algunos aciertos, dudas, errores, preguntas que tengo respecto a este tema.
Bienvenidos.