Ayer fui a un cumpleaños donde habían preparado un guiso de lentejas para agasajar a los invitados.
En ese momento, me acordé mucho de mis amigas vegetarianas y de cómo
durante años preparé guisos de distinta índole para los
cumpleaños e hice siempre una cacerola aparte donde no mezclaba la carne.
Después de todo, los guisos pueden ser con o sin carne, eso es algo que
aprendí hace mucho tiempo y lo respeto.
No soy vegetariana. Aún siento el impulso de comer carne. Esto
es así y no lo reprimo. Son muchos años de consumo de carne y muchas
generaciones en mi familia que lo han hecho. Aún no he abandonado el pescado (y no sé
si alguna vez pueda hacerlo). Lentamente voy dejando de comer pollo y cuando lo consumo intento que sea pollo de campo. Pero de
lo que sí estoy segura es que no quiero consumir más carne de vaca.
No deberíamos comer vacas por muchas razones.
La vaca hace rato que ha dejado de ser el animal pacífico
que pastaba en el campo verde. Por otro lado, si se piensa bien, con el equivalente de alimento
que se le da a una vaca se podrían alimentar 25 personas y no 2 como generalmente ocurre. La tierra que se utiliza para
alimentar al ganado podría utilizarse para otros cultivos. ¿Sabían que
un alto porcentaje de las tierras cultivadas sirven sólo para el
alimento de ganado y que un porcentaje más bajo sirve para el consumo
directo? A mí todo esto me hace mucho ruido. Y ni siquiera me estoy
metiendo con un tema tan doloroso como lo horrible que son los mataderos
donde las liquidan luego de llevar una vida extenuante y esclava.
Pero volviendo al guiso de lentejas...algo tan bueno como a la lenteja -con todos los nutrientes que ya lleva- ¿qué necesidad hay
de meterle carne, panceta y chorizo colorado salvo, claro está, por el
paladar de los consumidores? Es decir, salvo por cuestiones culturales.
El gusto es algo cultural, claramente. Algo que vamos heredando y que, a
veces, se amplia por la curiosidad o las oportunidades que la vida
misma nos ofrece. Pero estamos en tiempos en los que hay que pensar en
las siguientes generaciones. La tierra es finita y tiene que alcanzar para
todos. Por otro lado, algo que me parece absurdo es la cantidad de energía que los cuerpos necesitan para
metabolizar después toda esa grasa que no necesitan. Entiendo que a un esquimal no le vas
a dar una lechuga para que se nutra pero nosotros no somos esquimales
ni hombreamos sacos en el puerto. De hecho, casi todas las actividades
diarias que realizamos nos obligan a mantener el cuerpo quieto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario