viernes, 6 de agosto de 2010

El cereal nuestro de cada día

Hay algo que necesitamos saber de antemano cuando encaramos un cambio en la alimentación. Los desequilibrios se harán sentir de manera más contundente. Creeremos que nos hemos debilitado pero eso no es cierto. Lo que sucede es que nuestra sangre ha cambiado, se ha modificado nuestro plasma y glóbulos rojos y lo que antes pasaba desapercibido ahora se siente de manera más inmediata. Es importante, entonces, estar atentos y ser sensibles a lo que nos sucede. De ese modo, podremos captar formas, sabores, texturas y olores diferentes a los que no estábamos acostumbrados. Todo nuestro aparato digestivo nos lo agradecerá y una vez que éste adhiera al cambio ya no soportará lo que antes, quizás, parecía no ser un problema para nosotros.

Primera gran lección en la alimentación: no te aferres a tu pasado. (¿O debería decir: No te aferres a tus papafritas con huevo frito?)

Mucho se habla de equilibrio. ¿Pero de qué hablamos cuando decimos equilibrio? Por lo que a varios autores respecta -y lo he comprobado en mi propia práctica - cuando hablamos de una dieta equilibrada (dentro de relativo que pueda resultar este término) hablamos de incluir siempre cereales integrales en nuestro plato. ¿Por qué? Es la forma más simple de equilibrar. Si incorporamos a nuestra ingesta diaria un 50% o 60% de cereales integrales en cada comida mantenemos un equilibrio de las sales minerales apropiado para nuestra sangre. "La proporción de sodio/potasio del alimento determina su cualidad Yin o Yang. Los cereales integrales tienen una relación Na/K semejante a la que encontramos en la sangre humana"*. ¿Qué les parece? ¿No es genial? Esto es vital para el funcionamiento del sistema nervioso (simpático y parasimpático) y que es el principal responsable de que el sistema endócrino haga el trabajo como es debido.

Así que anímense a agregar a sus comidas una porción de cereales integrales. De la variedad que ustedes elijan. Pueden utilizar arroz yamaní, cebada perlada, quinoa, mijo, trigo sarraceno. Hay varios modos de combinarlos y, por supuesto, dependerá de la época del año en la que estemos, de lo que cada uno de nosotros necesite.

*Jorge Valentín Estévez y Hernán Diego Salas, Guía para una nutrición evolutiva, Salbe Ediciones, Buenos Aires, 2009

No hay comentarios: